lunes, 23 de julio de 2012

En la Cínica, Parte 4 y final


Cuarta Parte y Final

Camino a la sección donde estaba hospitalizado Juan Carlos, decidí que sería mejor pasar a comer algo antes. Ya era hora de almorzar y yo ni siquiera había tomado desayuno. Pasé al casino y busqué algo que pudiera comer rápido. La comida que se ofrecía era tan ascéptica como poco apetitosa. ¡Qué ganas de haber ido a una de esas schoperías de mala muerte donde íbamos con Juan Carlos a comernos un churrasco completo con mayo casera y un schop de litro! Pero ahora mi amigo estaba inconsciente y yo atento a su evolución.
Apenas me senté con mi sandwich de miga y botella de agua mineral entró una verdadera delegación al casino: era Claudia y toda la parentela de Juan Carlos. Por suerte no me vieron, así que comí rápido y me fui antes que siquiera terminaran de ordenar.

Cuando llegué al mesón del piso donde estaba Juan Carlos, le pregunté a la enfermera por mi amigo y dijo que evolucionaba favorablemente, ya estaba fuera de la unidad crítica pero que sólo parientes directos podían entrar a verle, aunque seguía sedado. Le dije que yo era su mejor amigo, casi hermano, pero no me dejó entrar. Desanimado me puse a andar por el pasillo, cuando una voz a mi espalda me dijo:
-“así que eres el amiguito del guapetón de la 12…” me giré y con sorpresa ví que era el morenazo de las duchas. “Yo puedo hacer que veas a tu amiguito…” me dijo en voz baja.
-“¡Es sólo un amigo, nada más!” le respondí molesto.
-“Como sea…. sígueme” agregó y entró a una sala.
Lo seguí intrigado, era una sala de hospitalización individual, con una cama vacía, un sofá cama y un baño. Cerró la puerta con llave tras de mí y dijo:
-“a cambio de un favorcito, te dejo que veas a tu amigo…” No sé qué cara puse, que agregó “no te asustes, pude ver la tranca que llevas bajo esos pantalones y me muero por sentirla entre mis glúteos.”

Comprendí que mis esfuerzos por ocultar mi erección en las duchas fueron en vano. Consideré la propuesta del enfermero. Normalmente me habría negado rotundamente, pero me habían pasado tantas cosas en la mañana que de verdad necesitaba hacer algo con mi erección que ya era algo permanente. Así que accedí. El enfermero dejó un puñado de condones sobre el catre clínico, lo hizo subir de manera que quedara a la altura de mi cadera, luego se bajó los pantalones e interiores y dejó al descubierto ese exquisito traste que había visto en las duchas. Desde cerca como estaba era aún más apetitoso, redondo y firme. Me acerqué y con ambas manos toqué y acaricié esas hermosas nalgas. La sola sensación de tocarlas me hizo sentir placer. Me abrí el pantalón y liberé a mi pobre verga que estaba que reventaba en su encierro. Con mi pene erecto acaricié toda la suave superficie de esos glúteos que parecían de dios griego. Luego me agaché un poco, separé sus nalgas y con mi lengua humedecí todo el perimetro de su ano que se reveló oscuro y misterioso. Con mi índice derecho empecé a distribuir la saliva para lubricar bien su culito y con delicadeza introduje la punta de mi dedo para comenzar una suave dilatación.
-“vamos, perrito, que virgen no soy! ….y no tenemos todo el día…” me dijo con ironía.
El enfermero tenía razón pero igual me molestó su impaciencia. Me levante, me puse un condón y lo penetré de golpe. El morenazo, lejos de quejarse, lanzó un suspiro de placer. Lo seguí penetrando con violencia, no tuve ninguna consideración. No era a lo que estaba acostumbrado, siempre había sido gentil y me preocupaba por el otro, pero ahora no sentía más que desprecio por el enfermero así que me concentré en el placer mío. Y me gustó. Me sentí superior, yo era el importante y el morenazo sólo un culo que debía darme placer. Lo penetré con fuerza, con rabia. Recordaba a Juan Carlos, mi devoción por él y su rechazo. Recordaba al Doctor Mora y su abuso. Recordaba al joven de la ecografía y mi abuso. Embebido en mi rabia, no me dí cuenta de cómo el catre clínico se había ido desplazando en cada una de mis embestidas quedando en diagonal en medio de la habitación… tampoco había notado que el enfermero estaba diciendo -“con calma, perrito, acaba pronto, por favor”.

Una sonrisa de satisfacción llenó mi rostro y con una indescriptible sensación de superioridad, seguí penetrándolo sin compasión. YO iba a acabar cuando YO quisiera, no cuando a él se le antojara. Seguí un buen rato más penetrando al enfermero, haciendo oidos sordos a sus súplicas. Finalmente comencé a sentir en mi pene la inequívoca sensación de la eyaculación inminente. Saqué mi verga de su culo, me quité el condón al tiempo que tomé firmemente al enfermero del pelo y conduje su cabeza frente a mi verga justo para que abundantes chorros de semen se estrellaran sobre su cara. Mi leche escurrió desde su frente por los ojos y nariz hasta caer en su boca abierta donde su lengua se encargaba de atrapar cada gota de semen para tragársela con ansiedad.

Nos quedamos un rato ahí en silencio. Luego de secarnos, vestirnos y ordenar la sala, con un gesto el enfermero me hizo seguirlo, salimos con sigilo e ingresamos a la habitación contigua.
-“ahí está tu amiguito, afortunado él!” dijo el morenazo con una sincera sonrisa.
Y efectivamente ahí estaba Juan Carlos, sin tubos, cables ni monitores. Sin moretones, vendajes ni yesos. Estaba ahí simplemente tendido, como quien duerme una placentera siesta. Solo las sábanas de un blanco radiante recordaban que estábamos en una clínica.
-“ya no está sedado, pero no quiere despertar y los doctores no saben porqué. Es un maldito misterio médico” dijo el enfermero, y agregó -“tu lo puedes ayudar, pero no es algo convencional…. es como en los cuentos de hadas, donde la princesa despierta con un beso de su verdadero amor”.
-“ah, por favor, no seas ridículo” le dije enojado y agregué -“además, su verdadero amor es Claudia, su mujer”.
-“jajaja… no es un beso, perrin, es un buen mamón, que aumente su presión sanguínea y estimule la irrigación de su cerebro”.

Yo quedé perplejo, por ridícula que fuera la idea no tenía argumentos para rebatirla. Además, para qué estamos con cosas, siempre soñé con probar el dulce sabor de la verga de Juan Carlos. Pensé en la idea, no tenía sentido, pero nada de lo que habia pasado hoy lo tenía. Miré a Juan Carlos, se veía tan lindo ahí tendido, durmiendo plácidamente incluso parecía tener una sonrisa en sus labios, casi como si se estuviese haciendo el dormido para jugarme una broma pesada. Me acerqué y levanté las sábanas. Me sorprendió encontrarlo completamente desnudo y no con una de esas batas de clínica. Su cuerpo lucía radiante, hermoso, no recordaba que lo fuera tanto, a pesar que ya habían pasado varios años sin que le viera desnudo. Miré su entrepierna donde yacía en reposo su preciado pene, lindo, hermoso. El pene más perfecto que había visto en toda mi perra vida. Acerqué mi cara y le besé el pubis, luego con la punta de mi lengua fui lamiendo milímetro a milímetro todo el largo de ese miembro desde su base hasta la punta, donde estampé otro beso. Su verga comenzó a reaccionar creciendo en longitud, volumen y hermosura. Seguí lamiendo y besando su prepucio a medida que la creciente erección lo hacía retroceder para ir revelando un glande tibio, suave y brillante. Mis labios se abrieron y con delicadeza introduje la cabeza de su pene en mi boca y la humedecí con mi lengua. Por fin, después de tantos años de deseo reprimido, estaba íntimamente conectado con el amor de mi vida.

-“despierta, Juan Carlos” pensé, “despierta, despierta” me repetía incansable mientras besaba apasionadamente el tesoro de su glande.
-“…despierta, …despierta, …despierta” repetía en mi cabeza…
-“despierta, despierta, Leo, despierta” la voz de Juan Carlos que sacó de mi profundo sueño.
-“¿qué pasó? ¿dónde estoy?” pregunté confundido mientras mis ojos trataban de enfocar la figura de mi amigo.
-“tuviste un accidente, pero estás bien, fue sólo un golpe en la cabeza” me respondió.
-“ohhh… que atroz, tuve un sueño horrible: tú no estabas conmigo, te habías casado con Claudia…. fue tan real que lo recuerdo y me da miedo…”
-“tranquilo, hombre, aquí estoy a tu lado, como siempre. Y en todo caso, tan malo no debe de haber sido, porque estuviste casi todo el rato levantando carpa, jajaja” me dijo divertido señalando a mi entrepierna y agregó -“tenías locas a las enfermeras, tuve que ponerme serio y decirle que eras sólo mio, jejeje”
-“si bueno, reconozco que no todo fue tan malo” confesé.
-“¿algún dia me contarás lo que soñaste?” me preguntó.
-“no sé, tal vez lo escriba en uno de esos relatos que tanto te gusta leer a escondidas en la oficina” le respondí.
-“jajaja, loco, ese golpe en la cabeza te dejó peor de lo que estabas. Te amo, loquito mío”
-”lo sé, hoy más que nunca lo sé.”


F I N

4 comentarios:

Unknown dijo...

entretenida y bastante candente la historia, lástima que solo se trataba de un sueño, jajaja.
Un excelente relato, saludos

Leo dijo...

gracias por comentar!
saludos

Marc dijo...

-muy buenos relatos, ya os he leído todos.


Espero que vuelvas a publicar!!!!

Anónimo dijo...

hola me llamo victor jose edad 18 años vivo en maturin soy serio discreto de rol versatil vivo con mi madre y estoy estudiando mi adre es hipertensa y mi papa murio hace 9 meses y mi madre necesita un tratamiento medico que no puede cubrir ella recibe ua pension pero no es suficiente pido su colaboracion si me pueda brindar UNA AYUDA ECONOMICA SOLIDARIA MIS DATOS BANCARIO :banco de venezuela cuenta corriente 01020611150000209490 si me puedes transferir victor jose gil cedula 582.011 correo:victor_gil1934@outlook.com disculpe la molestia generada